Suscríbete a nuestra Newsletter
Suscríbete si quieres recibir más información de Aceites de Oliva de España
La fabada asturiana es una de las recetas más tradicionales de la gastronomía del norte de la península Ibérica. Es uno de esos platos que parecen haber estado ahí toda la vida, pero lo cierto es que su origen data del siglo XVI. Su preparación, aunque simple, tiene su complicación, y es por eso que, a continuación, te vamos a proporcionar una receta de fabada asturiana con la que tus comensales se chuparán los dedos.
Para la correcta elaboración de este plato, el primer paso es preparar las alubias. Las lavamos para quitarles posibles impurezas y las dejamos en remojo unas 12 horas, a poder ser en agua fría. También es conveniente dejar en remojo, esta vez en agua templada, el hueso de jamón y la panceta si queremos quitar el exceso de sal.
A la hora de cocinar, introducimos las alubias en una cazuela que sea ancha y baja, a poder ser de barro. Añadimos la cebolla, los dientes de ajo y dos cucharadas de aceite de oliva. Luego lo cubrimos todo con agua, lo removemos y ponemos el fuego alto.
Una vez comience a hervir, procedemos a introducir los chorizos, la panceta curada, los huesos de jamón y las morcillas. Recuerda pinchar estas últimas para que no revienten por el calor. También es importante vigilar que el chorizo no se rompa.
Mientras se cuece, vamos retirando la espuma que va apareciendo, ya que suele contener algunas impurezas. Esto, a su vez, ayuda a desgrasar el caldo. Tras media hora de cocción, podemos añadir una pizca de azafrán.
El siguiente paso consiste en bajar el fuego y agregar sal al gusto. Eso sí, antes hemos de probar el caldo, porque el hueso de jamón también aporta sal al líquido. Una vez hecho esto, dejamos que se cocine a fuego lento durante unas dos horas. De vez en cuando debemos removerlo todo con cuidado, para lo que nos ayudamos de una cuchara de madera.
Llegados a este punto, podemos verter agua fría un par de veces. Este proceso, que se conoce como “asustar las alubias”, rompe el hervor y contribuye a que su cocción sea perfecta.
Pasadas las dos horas, probamos la fabada y rectificamos de sal, si es necesario. Si las alubias ya están tiernas, apartamos la cazuela del fuego y la dejamos reposar durante una media hora. Aprovechamos para retirar los huesos de jamón y, si lo deseamos, para apartar y reservar los chorizos, la morcilla y la panceta. Si optamos por esto último, podemos cortar el chorizo y la morcilla en rodajas para que cada comensal se sirva la cantidad que desee.
Por último, solo queda emplatar. La presentación tradicional es en plato hondo y con la carne encima de los demás ingredientes. ¡La fabada ya está lista!