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Fueron los romanos quienes instauraron como costumbre el “secundae mensae”, lo que nosotros actualmente conocemos como postre. No importa lo llenos que estemos, cuanto hayamos comido o cuantos botones del pantalón nos hayamos desabrochado que, si hay postre, no podemos decir que no, repetimos para nuestros adentros “voy a explotar” pero ¿a quién quieres engañar? siempre hay un hueco para el postre y más si sabes que está elaborado con aceite de oliva virgen extra, y es sano sí o sí. En cuanto ese plato se pone delante de ti, lo más cerca que estás de decir que no es cuando pronuncias la frase de “yo solo un trocito” pero ¡no mientas! Lo quieres todo. No te hagas el fuerte y sucumbe a este delicioso bizcocho, no se lo vamos a decir a nadie.