El aceite de oliva es un elemento muy versátil de nuestra cocina, que usamos en la mayor parte de recetas y cocinados. Nuestra gastronomía se basa, en gran medida, en el uso de los aceites de oliva, por lo que es un ingrediente que nunca faltará en nuestras casas.
Sin embargo, hay un aspecto que se debería tener en cuenta a la hora de usar los aceites de oliva en caliente, fundamentalmente a la hora de freír.
¿Has oído hablar alguna vez del punto de humo? Es conocido también como punto de humeo y se trata de la temperatura exacta en la que todas las grasas empiezan a descomponerse y, en consecuencia, empieza a perder nutrientes y propiedades. Llega un momento en que dejan de ser comestibles. Es fácil saber cuándo has alcanzado ese punto, ya que el aceite empieza a emitir un humo denso.
Por este motivo, se deberá tener en cuenta el punto de humo del aceite en cuestión, ya que cada tipo tiene uno distinto y, en el caso de que se requiera cocinar algo a una temperatura muy elevada, lo más adecuado será escoger el aceite que tenga el punto de humo elevado. Es decir, se deberá elegir el aceite que pueda alcanzar temperaturas más elevadas en perfectas condiciones.
El punto de humo del aceite de oliva
¿Y cuál es el punto de humo del aceite de oliva? No todos los aceites de oliva son iguales, pero se puede establecer que el punto de humo supera los 200º C. De hecho, es uno se los aceites vegetales con un valor más alto. Pero eso significa que debemos trabajar a temperaturas tan extremas, no es necesario.
Los expertos recomiendan no superar los 180º C. A esos niveles, los aceites de oliva mantienen durante más tiempo sus propiedades. Además, a esa temperatura, los alimentos se cubren con una capa crujiente que impide que el aceite penetre en profundidad. Conseguimos frituras más ligeras y jugosas. Si después de la fritura, limpiamos y almacenamos ese aceite correctamente, podremos usarlo varias veces con plenas garantías.
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