Seguro que has oído hablar del NutriScore, la etiqueta nutricional para el etiquetado frontal del envase nacida en Francia, que ahora se quiere implantar en nuestro país. Básicamente, se trata de ofrecer en el etiquetado de los alimentos, una información simplificada, clara y precisa, que permita al consumidor conocer de un vistazo la idoneidad de un alimento dentro de una dieta saludable. Un sistema que permita elegir las opciones más saludables, sin tener que perder tiempo en estudiar las farragosas y nada intuitivas etiquetas nutricionales obligatorias. Porque esa es otra diferencia, NutriScore es voluntario, sólo se implanta en un alimento a petición del fabricante.
Lo cierto es que la plasmación en imagen del sistema es muy clara. En ella encontramos una clasificación con cinco apartados, de la A, enmarcada en color verde oscuro, a la E sobre fondo rojo. Es fácil de entender. Según vamos subiendo en la escala (A en fondo verde oscuro, B en fondo verde claro, C en fondo amarillo, D en naranja y hasta la E con fondo rojo) menos recomendable es un alimento. Claro e intuitivo.
Lógicamente, el sistema se sustenta en una serie de cálculos que toman en cuenta la composición nutricional del alimento (contenido total en grasas, grasas saturadas, sal, azúcares, energía, proteínas…) para establecer su posición en la tabla.
Una “C” para los aceites de oliva. ¿Por qué decimos que el NutriScore no evalúa correctamente a los aceites de oliva?
La verdad es que no lo decimos nosotros. Tan sólo hay que revisar la hemeroteca. NutriScore otorgaba una “C” a los aceites de oliva, junto al aceite de colza y al de nuez. Pero es que, hasta agosto de 2019, los aceites de oliva obtenían una “D” en el NutriScore.
¿Qué pasó entre medias para que los técnicos que están detrás del proyecto admitieran que los aceites de oliva eran, como poco, tan sanos como el de colza y nuez?
Lo que pasó fue que España manifestó su interés en implantar este etiquetado en nuestro país. Y lógicamente, mostró su incomodidad por la posición que los aceites de oliva ocupaban en este sistema. Como es lógico, los aceites de oliva son los mismos, antes y después de agosto de 2019, no así su posición en el etiquetado. En estos momentos, según el algoritmo actual, el consumidor verá que a un aceite de oliva virgen extra se le asigna la categoría “C” y el color amarillo. Y ese es un mensaje de “alerta en cuanto al consumo del producto” y nos tememos que muchos consumidores lo interpretarán como una advertencia para limitar su consumo. Y de poco servirá que los expertos subrayen que no se pueden comparar alimentos de distintas categorías que comparten una misma posición en la tabla, ni que la referencia en dicho sistema de etiquetado frontal es en base a 100ml (más del doble de la ingesta media diaria en nuestro país). La percepción final será que el aceite de oliva que compremos tiene la misma puntuación que alimentos que identificamos como incompatibles con una dieta sana.
El sistema NutriScore resulta confuso
“Resulta confuso para la población”, asegura Paula Crespo, coordinadora del Grado de Nutrición y Dietética de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
“El sistema NutriScore, que en los estudios científicos ha demostrado ser una herramienta muy útil para el consumidor, no debería dar lugar a dudas con un alimento como el aceite de oliva, del que un adulto español puede consumir al día apenas tres cucharadas soperas. Un sistema que trata de informar sobre los alimentos más o menos buenos, dentro de cada categoría, debería contar con la misma escala a la hora de medir, asignando la categoría “A” a los mejores aceites con los que puede alimentarse el ser humano. No olvidemos que para una correcta alimentación se recomienda que la ingesta del 30% de la energía proceda de grasas de buena calidad, como la que encontramos en los aceites de oliva y otros alimentos, que ayudan a la absorción de vitaminas liposolubles y son precursores de hormonas claves de nuestro metabolismo. Si algo hemos aprendido en estas últimas décadas, es que los aceites de oliva no son precisamente los causantes de la epidemia de obesidad que padecemos en el mundo desarrollado. Es más, estamos viendo como en España y otros países mediterráneos, el abandono del patrón de alimentario de la dieta mediterránea podría ser el germen de los problemas de salud en una parte importante de la sociedad”.
No todas las grasas son iguales
Por esa razón, muchos científicos aprecian en este sistema de etiquetado la pervivencia de prejuicios contra todas las grasas, sin matices. Es el caso de Fernando López Segura, investigador del IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica) e internista en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba:
“Primero, la práctica médica sajona acusó a los aceites de oliva de aumentar las tasas de colesterol en sangre. Y luego, en los años 80 del pasado siglo, se pasó a demonizar cualquier grasa en la dieta. Y ya hemos visto lo que ha pasado en estos últimos 40 años. La diabetes, junto a las enfermedades cardiovasculares, ha multiplicado su incidencia en las sociedades que, supuestamente, mejor comían del planeta. No es de extrañar que ahora todos (especialmente los médicos norteamericanos) tomen como modelo la dieta mediterránea. Ahora, más que nunca, sabemos que no todas las grasas son iguales. Otorgar una “C” a los aceites de oliva es menospreciar su aportación a una dieta sana y equilibrada”.
Porque, como destaca el doctor López Segura, no sólo son una fuente de ácido oleico, que ayuda a reducir el colesterol en la sangre, sino que, además, los aceites de oliva vírgenes aportan antioxidantes naturales como los polifenoles y la vitamina E. Ahora sabemos que ayudan a reducir algunos los factores de riesgo que están detrás de los accidentes cardiovasculares como el infarto.
El NutriScore, un modelo que no funciona para los Aceites de Oliva
Por todo esto el sector de los aceites de oliva cuestiona un sistema que minusvalora los beneficios saludables de aceites de oliva y que, por tanto, no traslada al consumidor la información completa y veraz. Pero eso no significa que el sector se posicione contra iniciativas que sirvan para informar y educar al consumidor, según advierte el presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, Pedro Barato:
“Muy al contrario. Somos conscientes que cualquier recomendación, realizada desde el rigor científico, otorgará un papel fundamental a los aceites de oliva como principal aportación de grasa en una dieta equilibrada. Además, me pregunto, ¿Qué mensaje estamos lanzando a los nuevos consumidores de nuestros aceites en el mundo, si nosotros mismos no somos capaces de valorar los beneficios saludables que la ciencia ha descrito en los últimos años? Es un contrasentido”.
Argumentos que, finalmente, ha hecho suyos el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que ha anunciado que los aceites de oliva quedarán en España excluidos del sistema NutriScore, como paso previo a la reevaluación de la clasificación que ahora mismo obtienen los aceites de oliva, que tenga en cuenta todas sus virtudes saludables. Así, los aceites de oliva estarán fuera de la aplicación de NutriScore de forma provisional hasta que se revise su calificación para su aplicación en todos los países que han adaptado este modelo de etiquetado nutricional en el frontal del envase.
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