A pesar de que en España se cultivan más de 200 variedades de aceituna y parece que los aceites de oliva nos han acompañado desde el principio de los tiempos, lo cierto es que la historia del aceite de oliva se inició muy lejos de nosotros, en Oriente Próximo. Hace miles de años que comenzó a producirse y a consumirse a lo largo y ancho de toda la Cuenca del Mediterráneo.
Ya en la Antigua Grecia los aceites de oliva tenían un papel protagonista en la economía. Los griegos pronto fueron conscientes de su valor (y no sólo gastronómico) y comenzaron a producir aceite y comercializarlo a través de todo el Mediterráneo.
Sin embargo, la gran expansión y mejora de su cultivo se debió a los romanos, quienes lo llevaron a todas sus colonias, fue entonces cuando nuestro país (Hispania) se convirtió en la estrella ya que su aceite era el más apreciado en todo el imperio romano.
El árbol del olivo se convertía, desde entonces, en un símbolo de poder, paz y bonanza. Muchas de las ilustraciones de la época lo incluyen en sus paisajes y relatos de las mitologías griega y romana.
Este icono ha llegado hasta nuestros días, convirtiendo al olivo en un referente del Mediterráneo y en una bandera de la paz.
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